Cuando Ana
termina de contarme su mañana del lunes, empiezo mi parte y le pregunto por
Lola. Me dice que no la conoce, su casa es de otro portal y la terraza de
Eulogio la separa de la de mi chica. Hablo en pasado de ella, utilizar “era” en
lugar de “es” se me hace amargo y me da ganas de llorar. Ella se da cuenta y se
produce un silencio incómodo que corto pidiendo una ducha.
Me doy la mejor
ducha de mi vida, todavía hay agua caliente, pero la relajación que me provoca hace
que vuelva a la realidad. Pienso en que, si esta chica tiene razón, la gran
mayoría de mis amigos y familiares habrían tomado leche. Leche con cola Cao, leche
con café, leche sola, quizás yogures, queso… Me he salvado por los pelos, por
que hace unos meses dejé de desayunar leche porque me sentaba mal, porque el
domingo en casa de Lola no había yogures para el postre.
Salgo de la
ducha con los ojos rojos de llorar y por un segundo Ana se asusta por si me
hubiese convertido en zombi. Al darse cuenta de lo que me pasa viene hacia a mí
y me da un abrazo mientras rompe también en lagrimas. Sólo nos conocemos desde
hace poco más de una hora, pero ya nos debemos mucho, ella me ha salvado la
vida y yo la he salvado de la soledad. Mientras me abraza me pregunta si estoy
cansado y la verdad es que sí, pero me da miedo que pase como en casa de
Eulogio y además sólo son las siete de la tarde. Así que voy a intentar
aguantar un poco.
Me ofrece un
cigarro que acepto, aunque no fumo. Ya no hay por qué no fumar. Toso un poco y
empezamos a hablar sobre qué hacer en las próximas horas, días, meses… yo no
tengo plan más allá de volver a casa en bici. Aunque no estoy muy entrenado no
creo que tardase más de unas pocas horas si no hay problemas por el camino. Ana
me comenta que toda su familia es de un pueblo de Ciudad Real y que de momento
no se ha planteado volver ya que las carreteras estarán llenas de coches y debe
ser difícil esquivarlos. Aun así una de sus compañeras de piso tiene una moto
(que ya no va a usar) aparcada al principio de la calle y es una muy buena
opción para moverse en trayectos largos. Todo esto me anima a la hora de tener
compañía en mi viaje, pero su plan a corto plazo es otro y, sinceramente, es
una locura.
Quiere extraer
la sangre de una persona infectada para luego ir hasta el hospital donde
trabaja, el 12 de Octubre, y analizarla. Así podríamos saber cuál es el origen
real de lo que pasa y saber si es realmente irreversible como estamos dando por
hecho. También quiere llevar una muestra de la leche que tomaron sus amigas
para intentar analizarla, aunque admite que no sabe muy bien como hacer eso porque
ella solamente es enfermera. No quiere dejar que pase mucho tiempo ya que puede
que la electricidad deje de funcionar y eso es importante. A pesar de que le
veo mil pegas a su plan, sugiero a mi amigo Eulogio como sujeto del experimento
ya que es un zombi viejuno y el peligro será menor que bajar a la calle con una
jeringuilla a buscar donantes.
Mi sugerencia hace
que Ana se active. Vamos a sacarle sangre al pobre Eulogio.
CONTINUARÁ!!!
DR. BARNEKOW
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