Nos acercamos a
la iglesia sin dejar de mirar a todos lados, llegamos a una pequeña puerta
negra de la Parroquia
de Nuestra Señora de Fuencisla, respiramos hondo y empujamos fuerte. La puerta
está cerrada por lo que buscamos la entrada principal. Al llegar se abre una
pequeña rendija y una voz nos pregunta que quién somos y qué queremos. Le decimos
que solamente queríamos pasar un momento y le pedimos por favor que nos abra.
Un cura de unos 60 años abre la puerta y nos presentamos tras cerrar tres
cerrojos enormes.
El lunes por la
mañana el padre Elías y Ramón, el sacristán, estaban revisando la iglesia tras
un fin de semana ajetreado, mientras cinco señoras desperdigadas rezaban
tranquilamente. De pronto una de ellas comenzó a encontrarse mal y se tumbó en
el banco. El párroco y su ayudante fueron a auxiliarla y le pidieron a otra de
las señoras que llamase a emergencias. Como no conseguían contactar, Elías fue
a por su maletín de primeros auxilios, una de las señoras salió a pedir ayuda y
otras dos se quedaron junto a la que se encontraba mal mientras Ramón intentaba
contactar con el 112.
Se empezaron a
escuchar gritos en la calle mientras otra de las señoras de la iglesia se caía
al suelo desmayada. El cura entraba con su botiquín cuando la primera señora
abrió los ojos y empezó a morder en el cuello a la única mujer que quedaba a su
lado. El sacristán intentó separarlas mientras todo se llenaba de sangre,
empezó a golpear a la mordedora con un crucifijo que había cerca hasta que
soltó a su víctima y le atacó a él. Elías quedó petrificado contemplando la
escena sin saber que hacer.
Fue Ramón el
que, a empujones, sacó a la señora furiosa de la iglesia, cerró la puerta y
volvió corriendo a socorrer a la
herida. El padre Elías no tardó en darse cuenta de que su
amigo estaba herido, fue a su lado y se lo hizo saber, tenía una mordedura en
el brazo. Entonces Ramón le contó que en la calle todo el mundo estaba
volviéndose loco, que unos cuantos se estaban comiendo a la primera señora que
salió a pedir ayuda y que cuando empujó a la infectada fuera de la iglesia
también se lanzó a disfrutar del festín, por eso cerró la puerta aterrorizado.
Mientras
hablaban la última de las señoras empezó a volver en sí, pero ya no era ella,
tenía los ojos rojos y torpemente intentaba morder al párroco y al sacristán.
Fue este último el que la cogió de un brazo y la arrastró hacia la puerta ante
la mirada asustada del cura. Entonces, según nos cuenta Elías, se acercó y le
dijo que había sido un placer estar a su lado y que iba a reunirse con Dios. Le
dijo que debía de encerrarse bien y aguantar hasta que alguien viniese a
rescatarle… y aquí estamos nosotros.
Aun es temprano
por lo que explicamos nuestro plan y nos comprometemos a regresar a buscar a
Elías en cuanto tengamos más datos de qué está pasando, consideramos que es
mejor que nos espere en la seguridad de su iglesia a que venga con nosotros a
intentar colarse en el hospital. Expuesto esto nos invita a unas galletas de la
cruz roja y andamos hacia la puerta para despedirnos.
CONTINUARÁ!!!!
DR. BARNEKOW
No hay comentarios:
Publicar un comentario