jueves, 20 de diciembre de 2012

EL ADIÓS

Tumbado boca abajo abro los ojos, el suelo es blanco y brillante, miro a los lados pero no logro ver nada a mi alrededor, ni siquiera distingo si hay suelo o paredes, y arriba no parece haber techo. Consigo ponerme en pie y eso hace que me percate de la ausencia de sombras, la luz que inunda todo no deja que existan.

Ando unos metros mientras mis ojos, deslumbrados en un principio, se adaptan a la luminosidad del lugar. Comienzo a distinguir algo diferente a mi izquierda, es de un color gris claro y está un poco lejos, pero no tengo otro sitio donde ir.

Mientras me acerco la figura va tomando forma, al principio era una mancha borrosa, ahora tiene esquinas, lados y empieza a parecer un rectángulo que se eleva desde una línea que podría ser el suelo. Tras unos minutos llego al lugar e identifico el objeto; es una puerta con una pequeña cerradura, está pegada a una pared blanca y luminosa de la que no veo los límites pero pone fin a esta parte del pequeño universo donde me he despertado hoy.



Intento hacer memoria de lo ocurrido y al meterme la mano en el bolsillo encuentro una llave. Me olvido de hacer memoria. Sin más opciones ni ideas meto la llave en la puerta y la giro lentamente, la puerta se abre de golpe hacía mi y hace que me caiga al suelo blanco, entonces noto cómo una fuerza tremenda me arrastra hacia la oscuridad del otro lado de la puerta.

Intento resistirme aunque no entiendo muy bien por qué, nada me indica que sea mejor un lado de la puerta que el otro.

De repente miro hacia el infinito blanco y veo algo que me resulta familiar, la cara de Marta moviendo los labios y mirándome se proyecta como una película de cine. Ahora ya tengo razones para no dejarme llevar al otro lado de la puerta pero no tengo donde agarrarme, mis manos hacen fuerza contra el suelo, me acabo tumbando para oponer la máxima resistencia pero no consigo mantenerme.

Cada vez estoy más cerca de dejarme llevar, me fallan las fuerzas y pierdo la fe; además sigo sin saber en cuál de los dos lados está el final de todo esto. Después de unos minutos interminables de lucha uno de mis pies cruza el umbral y hace que la fuerza que viene del otro lado me agarre con más intensidad. Me agarro a la puerta que se empieza a cerrar y luego al marco con medio cuerpo colgando del vacío.

Antes de que mi último dedo se suelte y mi cuerpo caiga en el vacío recuerdo ir en un coche. Era de noche y ella estaba a mi lado, el semáforo estaba en rojo y aprovechamos para besarnos; la luz verde hizo que arrancara y lo último que recuerdo es un fuerte golpe en el lado del conductor, en mi lado.

Cuando mi último dedo se suelta entiendo que hoy se ha acabado el mundo, al menos para mi.

DR. BARNEKOW 

Mi aportación a la iniciativa de UCADFDM en No me vengas con historias.

3 comentarios:

  1. Mira que tu relato me gusta, es de una angustia tremenda, un ritmo y una voz que crean ansiedad, y la falta de escenarios donde fijarse. Me ha gustado tu aportación. Personalmente quitaría la aclaración del accidente y la frase final. Un placer visitar tu espacio.

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  2. Pues muy bueno. Me parece una gran historia, y narrada con un humor que le quita dramatismo y acerca el personaje al lector.

    Saludos.

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  3. Por lo menos murió después de un beso...
    ¡Gracias por haber participado!
    :)

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