miércoles, 31 de octubre de 2012

AUSENTE

"El charco de sangre crecía cada segundo, entonces María volvió en si, y se dio cuenta de lo que acababa de hacer."

Marta y María estaban dispuestas a pasar un verano más en el pueblo que vio nacer a sus padres. Pero era el primer año que las gemelas dormían en habitaciones separadas. Se terminaron las luchas por dormir con la luz apagada o encendida, o con la ventana abierta o cerrada. Aunque a María le gustaba la idea, Marta, que siempre había sido más sentimental, temía que ese fuese el principio de la separación de su hermana tras 14 años compartiendo todo. Los cambios físicos, además, empezaban a marcar pequeñas diferencias que hacían que cada una fuera definiendo su propia personalidad.

El primer "buenos días" fue de cariño, Marta apretó a María con fuerza y ésta última le sonrió sabiendo que su hermana lo necesitaba. Pasaron el día juntas en la piscina con sus amigos y amigas de otros veranos.

El segundo "buenos días" fue extrañamente frío, Marta ya no apretó tanto y a María le extrañó que su hermana, que siempre había sido la más cariñosa de las dos, se mostrara tan distante. La estuvo observando atentamente durante el día y notó su mirada perdida.

No sabía explicarlo, pero María veía como poco a poco su hermana se iba apagando con el paso de los días. A pesar de que le preguntaba constantemente sobre el por qué de su estado de ánimo, Marta se limitaba a responder un simple "nada" mientras se rascaba el cuello que tenía lleno de señales de mosquitos por su manía de dormir con la ventana abierta.

La última noche María decidió hacer algo para recuperar a su hermana perdida y le propuso dormir en la habitación de las dos camas, como antaño. Marta aceptó con desgana.



Cuando estaban ya acostadas y con la luz de la mesilla de María todavía encendida, ésta comenzó a recordarle a su hermana pequeñas batallas con las que antes no podían parar de reír. Extrañamente Marta solamente asentía y daba la espalda como intentando que muriera la conversación.

María estaba desesperada, se fue hacia su hermana la agarró con fuerza y la gritó para que esta reaccionara y por fin le explicase que es lo que le pasaba... pero Marta la apartó de un empujón y le clavó una mirada de odio que hizo que María se fuese entre lágrimas.

Mientras lloraba sin consuelo de cara a la pared, María notó que su hermana se levantaba de la cama. Giró la cabeza con cuidado y vio como Marta abría la ventana. Esto no le extrañó ya que lo llevaba haciendo muchos veranos a escondidas para que ella no se diera cuenta y le pidiera cerrarla. Lo que llamó la atención de María fue verla plantada delante de la ventana, mirando al cielo como si estuviese controlada por alguna fuerza extraña. 

Se levantó de la cama sin hacer mucho ruido y se acercó a su hermana con la intención de entender la realidad. No quiso sorprenderla ni asustarla, su idea era que Marta supiese que ella estaba allí, pero no se inmutó. Entonces María le puso la mano en el hombro.

Marta se volvió hacia su hermana, tenía los ojos negros como el carbón y la miró fijamente durante un segundo hasta que le cogió la mano con fuerza, la retorció y la tiró al suelo. María estaba en estado shock y no dejaba de mirar a su hermana que endureció el gesto y enseñó los dientes como un lobo rabioso. Se agachó y se acercó a Marta con una mirada que no parecía de este mundo.

El reloj se detuvo a la 1:53 de aquella noche de agosto. El miedo hizo que María agarrase lo primero que encontró para defenderse del ataque de su hermana que la tenía agarrada con fuerza de la cabeza y del brazo izquierdo, y se acercaba con una mirada salvaje a morderla en el cuello. Perdió el sentido pero un segundo antes había golpeado a Marta en la cabeza con la enorme linterna que guardaba debajo de su cama por si fallaba la luz.

El charco de sangre crecía cada segundo, entonces María volvió en si, y se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Marta se encontraba tendida en el suelo sin conocimiento. Sólo pudo gritar sin articular palabra, lo que hizo que sus abuelos subiesen rapidamente y se encontrasen la escena más horrible que habían visto nunca.

El golpe en la sien de Marta fue letal, esto unido a la cantidad de sangre que perdió hizo inútil cualquier intento de reanimarla. María no habló, no contó nada, se quedó muda, con la mirada perdida preguntándose que había pasado. Pensaba que si contaba la verdad la tomarían por loca, y si la ocultaba siempre sería la niña loca que asesinó a su hermana gemela. Loca de todos modos.

María no acudió el funeral de Marta, estaba en la habitación del hospital donde la habían internado de urgencia. No supo que el ataúd de su hermana estaba vacío y que nadie se percató de ello. No supo que su hermana ya llevaba días muriendo antes de que ella le asestara el golpe final. Y por supuesto desde su abandono en el centro psiquiátrico nunca supo que la verdad podía haberla salvado de una vida de locura.

Marta no acudió a su propio funeral. Antes de que cerraran su ataúd para siempre, un ser oscuro al que sólo pudo ver la primera noche que durmió sola, la sacó y la hizo desaparecer para siempre del mundo real.
 
¿FIN?

DR. BARNEKOW (TEXTO)
CORSARIA (DIBUJOS)

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