jueves, 16 de mayo de 2013

MADRID Z 14. DE LO ACONTECIDO EN LA IGLESIA


Nos acercamos a la iglesia sin dejar de mirar a todos lados, llegamos a una pequeña puerta negra de la Parroquia de Nuestra Señora de Fuencisla, respiramos hondo y empujamos fuerte. La puerta está cerrada por lo que buscamos la entrada principal. Al llegar se abre una pequeña rendija y una voz nos pregunta que quién somos y qué queremos. Le decimos que solamente queríamos pasar un momento y le pedimos por favor que nos abra. Un cura de unos 60 años abre la puerta y nos presentamos tras cerrar tres cerrojos enormes.

El lunes por la mañana el padre Elías y Ramón, el sacristán, estaban revisando la iglesia tras un fin de semana ajetreado, mientras cinco señoras desperdigadas rezaban tranquilamente. De pronto una de ellas comenzó a encontrarse mal y se tumbó en el banco. El párroco y su ayudante fueron a auxiliarla y le pidieron a otra de las señoras que llamase a emergencias. Como no conseguían contactar, Elías fue a por su maletín de primeros auxilios, una de las señoras salió a pedir ayuda y otras dos se quedaron junto a la que se encontraba mal mientras Ramón intentaba contactar con el 112.

Se empezaron a escuchar gritos en la calle mientras otra de las señoras de la iglesia se caía al suelo desmayada. El cura entraba con su botiquín cuando la primera señora abrió los ojos y empezó a morder en el cuello a la única mujer que quedaba a su lado. El sacristán intentó separarlas mientras todo se llenaba de sangre, empezó a golpear a la mordedora con un crucifijo que había cerca hasta que soltó a su víctima y le atacó a él. Elías quedó petrificado contemplando la escena sin saber que hacer.

Fue Ramón el que, a empujones, sacó a la señora furiosa de la iglesia, cerró la puerta y volvió corriendo a socorrer a la herida. El padre Elías no tardó en darse cuenta de que su amigo estaba herido, fue a su lado y se lo hizo saber, tenía una mordedura en el brazo. Entonces Ramón le contó que en la calle todo el mundo estaba volviéndose loco, que unos cuantos se estaban comiendo a la primera señora que salió a pedir ayuda y que cuando empujó a la infectada fuera de la iglesia también se lanzó a disfrutar del festín, por eso cerró la puerta aterrorizado.

Mientras hablaban la última de las señoras empezó a volver en sí, pero ya no era ella, tenía los ojos rojos y torpemente intentaba morder al párroco y al sacristán. Fue este último el que la cogió de un brazo y la arrastró hacia la puerta ante la mirada asustada del cura. Entonces, según nos cuenta Elías, se acercó y le dijo que había sido un placer estar a su lado y que iba a reunirse con Dios. Le dijo que debía de encerrarse bien y aguantar hasta que alguien viniese a rescatarle… y aquí estamos nosotros.

Aun es temprano por lo que explicamos nuestro plan y nos comprometemos a regresar a buscar a Elías en cuanto tengamos más datos de qué está pasando, consideramos que es mejor que nos espere en la seguridad de su iglesia a que venga con nosotros a intentar colarse en el hospital. Expuesto esto nos invita a unas galletas de la cruz roja y andamos hacia la puerta para despedirnos.


CONTINUARÁ!!!!

DR. BARNEKOW

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